El otro día durante el entreno me comí una buena hostia. Simulábamos un escenario de 3 contra 1, todos de pie menos tú. La idea es levantarte y salir de ese festival de patadas… como buenamente puedas. Para ello tienes dos opciones: buscar hueco o embestir a lo bestia.
Una vez de pie y “fuera de peligro” debes derribar al compañero más cercano para que este a su vez sea pateado por los demás y así sucesivamente.
Me han preguntado más de una vez si éramos masoquistas por entrenar así… Nunca sé que responder. Si digo que es para evitar el suplicio de morir pensando que has estado viviendo a espaldas de la vida* van a decir que estoy loco… Así que no digo nada.
El caso es que, en estas situaciones, cuando la adrenalina y el cansancio se apoderan de tí, no es raro perder el control.
Y suceden accidentes, no tan accidentales, que hacen que al día siguiente vayas al trabajo como si hubieses estado en el sótano de un bar de El club de la lucha (👈 Libro altamente recomendado por cierto).
¿Qué ta pasao? Te preguntarán tus compañeros del curro… Y en la cafetería los desconocidos te husmearán, con mal disimulo, hasta que se crucen las miradas.
Luego alguna broma, qué casualmente hace el que nunca se atrevió a practicar un Arte Marcial o un Deporte de Contacto en su vida.
Pero un ojo morado no es mucho… Personalmente prefiero eso a una lesión articular o andar cojo porque has pateado lo que no debías (ej: un codo flexionado).
Entonces surge la pregunta: ¿Qué tan duro debes entrenar Defensa Personal?
¿HASTA QUÉ PUNTO SUFICIENTE ES SUFICIENTE?
No pretendo tener LA respuesta a esta pregunta, que yo mismo, muchas veces me hago… Pero la experiencia hace que puedas ir descartando hábitos, comúnmente utilizados por seguridad, que suelen ser improductivos:
1. Marcar los golpes
Esto es malo tanto para el que pega como para el que recibe. Para empezar si nunca has recibido un golpe a la cara no puedes saber cómo reaccionarás en una situación real. Hay gente que se enfada y pierde la cabeza, otra que se queda en blanco… o luego hay quienes mantienen la sangre fría.
Evidentemente mientras más hostias recibas menos reaccionarás ante estas. Y esta es la gran ventaja que tienen los Deportes de Contacto sobre las Artes Marciales Tradicionales.
Por otro lado, tampoco es bueno no ser capaz de pegar a la cara del compañero “porque no le quiero hacer daño”. No le estás haciendo un favor a nadie con esa actitud... Debemos saber reconocer, y poner de lado, esas barreras morales que separan a los “buenos” de los “malos”.
2. Protecciones no realistas: Cascos y Guantes de boxeo
En Vortex Combatives no tenemos un sparring convencional como el de los Deportes de Contacto (uno a uno tipo duelo), sino un sparring conceptual, en el cual hay un agresor (o más) y un principal que eres tú.
Tú no debes tener casco, mientras que los demás sí.
La razón es que la cabeza la tienes que aprender a proteger tú, y mientras no sientas el impacto llegar a destino, no se creará esa necesidad de cerrar bien los huecos. Además de que el casco es un estorbo para realizar los escudos, que utilizamos para protegernos, como El Pensador, etc.
Por otro lado, los guantes de boxeo son para lo que son, es decir, para pegar… Y en una pelea real hay miles de variantes por lo que es muy improbable que no necesites agarrar en algún momento.
En una pelea real es muy improbable que no necesites agarrar a tu oponente en algún momento
Nuevamente estas protecciones las pueden usar los agresores pero jamás el principal. Sin contar de que la sensación de protección que te dan es totalmente irreal con respecto a una pelea callejera “a nudillo limpio”.
ORDEN DENTRO DEL CAOS
Evidentemente, todo esto aumenta el riesgo de lesión… Y sin embargo, la idea no es estar continuamente lesionado ni tampoco arrastrarte por el suelo al salir del gimnasio. Ni siquiera los profesionales en Kickboxing entrenan así pues… ¿de qué valdría llegar hecho una mierda al torneo?
Por lo cual, para compensar, debemos entrenar con sentido común. Cosa que supuestamente tenemos todos… pero que nunca está de más ilustrar con un par de ejemplos:
- Sólo puedes, y por cierto debes siempre, pegar con máxima potencia a los escudos, manoplas y similares.
- Las zonas como la garganta o la nuca, aunque estén protegidas, NUNCA debes golpearlas con fuerza.
- Si ves que hay huecos en el escudo de tu compañero, no hace falta que le revientes la mandíbula para que se de cuenta. Con unos golpes de contacto medio, e incluso ligero, es suficiente.
- No debes patear o pisotear con potencia las articulaciones inferiores: tobillos o rodillas.
- Si entrenas bastón corto: No dejes dedos sueltos en tierra de nadie. Todo lo que es tuyo contigo.
- Protege el cuello (barbilla al pecho) siempre que puedas pero sobre todo durante el cuerpo a cuerpo.
- Y en caso de que quieras dejar legado: lleva siempre tu coquilla.
Y recuerda que aunque los “agresores” vayan con casco, este no previene de lesiones cervicales, así que ojo con los ataques de codo o de rodilla.
Esto no pretende ser una lista exhaustiva, pero así te haces una idea para entrenar con un mínimo de seguridad. Por otro lado, ten en cuenta que el problema no es recibir golpes, que va a pasar, quieras o no, sino cómo reaccionas antes ellos: ¿Sigues en la pelea? ¿te das por vencido? o ¿te indignas y aumenta tu agresividad?
No te vas a conocer a ti mismo hasta que estés en esa situación (bueno, ahí tampoco la verdad… pero un poco más que antes sí).
Y por último, ¿qué tan fuerte debes pegar? Pues con el arrojo suficiente para crear una respuesta instintiva en el Principal. Eso es todo. Pero como esto varía de persona a persona y no existe una línea definida: será tu sentido común el que dirá hasta qué nivel puedes llegar… con sólo ver la reacción de tu oponente.
Así que la respuesta es: Duro pero con cabeza.
Gracias por leer.
PD: Si quieres entrenar duro, pero con cabeza, haz clic aquí.
*Álvaro Mutis “La nieve del almirante” (o algo así)