Una de las cosas por las que me enorgullecía formar parte de Keysi Fighting Method, era la honestidad con la que Justo Diéguez, el creador del método, manifestaba lo siguiente:
“No vendo seguridad, eso es imposible,
Vendo el hecho de que somos vulnerables,
No tengo una fórmula mágica para nadie,
Sólo importa la actitud, mental y emocional […]”
Somos vulnerables. Pocos son los maestros que repetirían esa frase en el mundo de las artes marciales. Aquella madriguera de egos desorbitados.
Pocos quieren reconocer sus debilidades. Por ello, nos mentimos a nosotros mismos: “Si a mí me hacen esto, yo…” y te inventas cualquier cosa, con tal de no admitir que puedes errar, que puedes caer.
HUMILDAD
La humildad, antiguamente considerada como el punto medio entre arrogancia y baja autoestima, hoy en día es vista como debilidad, o como poco, mediocridad.
Lo que antes, era percibido como el equilibrio perfecto, al que sólo se llegaba mediante un profundo conocimiento de sí mismo, ahora es soso, aburrido.
La humildad era percibida como el equilibrio perfecto entre arrogancia y baja autoestima
Bien al contrario, en el Occidente actual —moldeado por los medios de comunicación y las redes sociales—, fardar es una virtud.
Basta ver como los medios, sobre todo en deportes (Fútbol, UFC, etc.), glorifican a los ganadores; que mientras más opulenta y vulgar sea su forma de celebrar la victoria, más elogios reciben.
Sin entereza, nos dejamos arrastrar por aquel impostor llamado “triunfo”, en una embriaguez de vanidad y altanería.
HIBRIS
Al ver este sin sentido, esta falta de serenidad perenne, muchos se refugian en la filosofía Oriental. Sin embargo, en Occidente, no siempre fue así.
Bethany Williams, diplomada en mitología griega, nos comenta en su artículo How the Mighty Fall (Cómo caen los poderosos), lo que sigue:
“Hibris, o fatal orgullo, provocó la caída de muchos héroes en la antigua fábula griega. En la mitología clásica, el hibris se consideraba como un fallo peligroso; un acto de arrogancia, en el cual el héroe intentaba asumir el estatus de un Dios.
Los dioses […] no veían con buenos ojos a los mortales que se excedían, o fardaban más de lo debido. Los antiguos griegos consideraban el hibris como una falta perjudicial, que atraía la tragedia sobre los héroes… y frecuentemente ocasionaba su muerte […] era el recordatorio cruel de las limitaciones humanas y de su mortalidad.”
Es este hibris, palabra hasta hace poco desconocida para mí, el que pudre el arquetipo viríl para la juventud. Mancillado por un orgullo que no es más que un complejo de inferioridad mal disfrazado. Cuando no es —en otros casos, y peor aún— falsa humildad.
MORTALIDAD
¿Adónde quiero llegar con todo esto? ¿Qué relación tiene el hibris con la autoprotección y la defensa personal? Veamos a continuación.
Los luchadores de MMA suelen tener una superioridad incontestable en las peleas callejeras. No son pocas las veces en que derriban y van inmediatamente a por el ground n’ pound, dejando a su oponente totalmente a su merced.
Paradójicamente, es la misma consciencia de esta superioridad la que puede causar su pérdida. Para ilustrarlo, te traigo la historia de Alan Khadziev, dos veces campeón del FCF-MMA, algo así como un UFC, pero más underground y menos amañado.
Nos encontramos en un billar de madrugada. Alan discute con un sujeto y se empujan. El luchador lanza un uppercut, perfectamente ejecutado, que sin embargo falla; mientras el otro retrocede y saca un cuchillo.
Independientemente de si vio, o no, el arma, Alan fue a por él como si hubiese estado en el FCF. El sujeto armado simplemente mantuvo la distancia con el brazo secundario y le asestó 3 puñaladas, antes de que interviniesen los presentes.
Obviamente, era extremadamente difícil reaccionar ante esa situación, pero su orgullo no le dejó ver, en el antes, la posibilidad de evitar el conflicto, o en el durante, la gravedad con la que tornaba la pelea.
Su orgullo no le dejó ver la posibilidad de evitar el conflicto
Ambos murieron en el hospital. Al del cuchillo le pegaron hasta la inconsciencia. Según el forense, murió de una herida punzo penetrante, con lo cual, alguien —se dice que el hermano de Alan— lo apuñaló con su propia arma.
UNA META TRASCENDENTE
¿Debemos vivir entonces constantemente con miedo al castigo de los dioses?, o en castellano moderno, ¿a las consecuencias de nuestros actos?
No, pero antes de dejarnos caer en manos del orgullo, hay algo que es bueno saber.
Para empezar la igualdad no existe en la naturaleza. Por lo tanto, tampoco existe en una pelea real.
Pretender que por ser un atleta famoso, eres invencible, es una ilusión. Basta que un ser envidioso —más ruin que tú—, venga y te dé una lección de indomicidad.
Los animales no domesticados son muy conscientes de sus diferencias. Por ello, el lobo ataca en manada a una bestia que pesa 7 veces más que él, porque sabe que solo, las cosas pueden tornarse en su contra.
Los animales no domesticados son conscientes de sus debilidades
Y quién habla de peso, habla también de armas, fuerza, número, y sobre todo intención. Que para muchos es incomprensible la violencia que cohabita en otras mentes e incluso en otras culturas.
Asumir tu vulnerabilidad y aceptar tus diferencias inherentes naturales no sólo te ayudará a sobrevivir en una situación extrema, sino también a superarte y a saber de lo que eres capaz, y de lo que no.
El señor Khadziev ignoró su condición de humano, es decir, su vulnerabilidad.
Una meta más que razonable para 2025 —y la vida—sería liberarnos de la tiranía del ego. Aquel ser oculto que controla tus pensamientos y emociones. Para este nuevo año, no dejemos que el hibris nos traicione.
Feliz solsticio.
PD: Si quieres saber de lo que eres capaz y lo que no, debes entrenar. Las puertas del gimnasio están abiertas. Reserva aquí antes que se acaben las plazas
«Liberarnos de la tiranía del ego»: un consejo más que necesario. Hay mucha sabiduría en esta entrada, Henrik.